martes, 7 de junio de 2011

Lo más dulce de la isla

Buñuelos de queso
Cuando se habla de la gastronomía majorera no se puede prescindir de mencionar su repostería que es igualmente destacable. Y es que los isleños, en general, siempre han tenido una predisposición a lo dulce, pues en su origen la realidad económica del Archipiélago estaba basada en la caña de azúcar, algo que tuvo mucha relevancia.

En un ámbito más rural aún se pueden degustar postres canarios que han pasado de generación en generación, con ingredientes naturales que hacen que su producto sea único en el mercado de la repostería. Así, ingredientes como el millo, la almendra, la miel y las frutas son la base de muchos de los postres canarios. Es más, no existe prácticamente ningún postre típico de la zona que precinda del gofio, la miel o el plátano canario, al que se le une un buen licor o ron de la tierra.

Además de la gran variedad de frutas tropicales, cabe destacar dulces como las tostas de Vilafor, la leche asada, los huevos moles (un mousse de yema de huevo y almendra marga), los marquesotes (un bizcocho azucarado), el quesillo (muy similar al flan de huevo) o el frangollo.

Frangollo
Lo cierto es que cada isla tiene su peculiaridad en el ámbito de la repostería, pero también advierte una clara similitud entre las islas. Por eso, a la hora de mencionar postres majoreros hay que destacar el famoso frangollo, que se hace añadiendo cáscaras de limón a la leche y se cuece con harina, yemas de huevo, azúcar, almendras y pasas; el bizcochón majorero, que se hace con harina de garbanzos; y los buñuelos de queso majorero, cuyo sabor es muy intenso.

La reposteria tradicional majorera está fundamentada en la actualidad en las costumbres populares y que, sobre todo, se produce en los hogares para el consumo familiar. Sin embargo, hay un pequeño grupo empresarial muy vinculado al sector de las panaderías y dulcerías que también ofrecen al público estos productos artesanales. Así, subsisten igualmente algunos productores, como los tradicionales turrones y barquillos, que suelen venderse a través de puestos ambulantes en las fiestas populares.

La repostería majorera tradicional está en pleno auge. El problema fundamental que se presenta es que muchos de los productos que se requieren son producidos por empresas que hacen uso de materias primas importada, debido, en parte, a la desaparición de pequelas explotaciones familiares. Pero su creciente demanda por parte de consumidores locales ayudará a esa recuperación de productos hortícolas y ganaderos, a la vez que también ayudará a la recuperación de una industria artesanal productora de repostería tradicional.

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